El drama de la malnutrición golpea a los comedores comunitarios de Tucumán. Según cifras oficiales, cerca del 48% de los chicos que concurren a merenderos padecen por la falta de nutrientes. Y mientras el Gobierno provincial apunta a fortalecer las dietas para hacerle frente a esta situación, referentes de organizaciones sociales advierten sobre las consecuencias que genera este problema no sólo entre los niños y las niñas, sino también entre adultos y ancianos.
El equipo del Ministerio de Desarrollo Social, que lidera Federico Masso, efectúa evaluaciones de talla y peso entre los pequeños que asisten a centros comunitarios. Y ante el importante número de casos de malnutrición registrados en los distintos puntos de la provincia, esta cartera del Ejecutivo dispuso la incorporación de lácteos, carnes, frutas y verduras en el envío de mercadería para comedores y merenderos. De hecho, los $7.100 millones que logró recuperar esta área a partir de un convenio con la Nación permitirán engrosar las partidas para este tipo de asistencia.
Sin embargo, según explicaron referentes sociales consultados por LA GACETA, afrontar este contexto representa un verdadero desafío. “Cada día se nota más la malnutrición de las criaturas. No es por un abandono de los padres, sino por la baja en los ingresos, que no les permite acceder a una canasta alimentaria mínima. No es fácil comprar algo fundamental, como la leche. Es lamentable, pero es la realidad”, señaló Merry Anastacio, coordinadora del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), una organización que cuenta con 13 merenderos y comedores en Tucumán.
La referente social agregó que el problema de la malnutrición se ve reflejado no sólo en el bajo peso. “Lo notamos en que, por ejemplo, a algunos niños se les cae el cabello. También en que se vuelven constantes las enfermedades, como gripes y resfríos, y los malestares estomacales”, enumeró. Y aclaró que también jóvenes y adultos están sufriendo las consecuencias de la falta de nutrientes. “La solución sería dar oportunidades de trabajo, permitir que se cuente con un empleo, que se cuente con un ingreso diario. Nosotros ayudamos, pero no es suficiente”, lamentó.
Consecuencias
Yanina Domínguez, coordinadora de “Por una sonrisa feliz”, consideró que la situación “se fue agravando” en estos años, producto de la crisis. “Las personas comen lo que tienen y lo que pueden”, explicó la referente del merendero situado en El Manantial, donde se asiste a 266 vecinos.
Según Domínguez, la malnutrición se evidencia en la fisonomía de los niños. “No crecen; están flaquitos, flaquitos, y su pancita es muy pronunciada”, detalló. Y añadió que se observan otras consecuencias. “Tenemos chicos con problemas de dislexia o de aprendizaje lento. Esto es algo muy complejo, porque la nutrición es la base de todo”, enfatizó. Coincidió además con Anastacio, en cuanto a que también hay adultos afectados por esta problemática. “Hay mamás que asisten al comedor y registran bajo peso”, explicó. Destacó a su vez la asistencia estatal para poder brindar sustento a los vecinos. “Hace tres meses estamos recibiendo ayuda para todo lo que es lo que verduras, carne, huevos, queso. Pero ya no tengo cupo y hay 15 familias en la lista de espera”, profundizó Domínguez.
Cristina Selman contó que el impacto de la malnutrición también se observa en los ocho comedores y merenderos que tiene el Movimiento Argentino Rebelde (MAR) en distintas localidades. “Hay muchos niños que están pasando necesidades. Y también adultos. La falta de trabajo influye mucho; también el hecho de que los compañeros siguen cobrando sólo $78.000 con el ex Potenciar de la Nación, y entonces se mantienen como pueden”, aseveró la docente.
Además, hizo foco en las consecuencias que genera una alimentación insuficiente. “Se lo ve a diario en las escuelas. Los niños se duermen, les falta concentración. Les duele la panza. Y cuando le preguntás si comieron algo, te contestan que no, o que comieron muy poquito”, explicó.
Selman agregó que a ello se suman diferentes enfermedades vinculadas a la malnutrición, muchas de ellas, crónicas. “Día a día se agrava más. También noté que están faltando muchos chicos a la escuela. Algunos porque no tienen ropa, calzado; otros, para ir a trabajar con sus padres, porque pasan a ser un sostén para su familia, cuando deberían estar recibiendo la educación que merecen”, advirtió.
La dirigente del MAR añadió que, en estos momentos, el único aporte estatal que recibe la organización es enviado por el Ministerio de Desarrollo Social. “Pero las familias nos están pidiendo ayuda diaria. Y con la mercadería que recibimos de la Provincia no llegamos, no alcanza. Se suman más familias y no hay para darles. Eso genera una angustia tremenda, porque queremos ayudar y ya no sabemos cómo hacerlo”, relató Selman a LA GACETA.